martes, 12 de agosto de 2014

El Castillo de Bran


 Ahí estaba yo, subido en un autobus regional cuya cabina iba adornada con casi una decena de cruces y tres o cuatro imagenes de la virgen, recorriendo una carretera llena de baches cuando lo atisbé por primera vez. El Castillo de Bran, famoso por ser la residencia de Drácula en la novela de Bram Stoker, se hallaba ante mí, rodeado por una montaña boscosa. En realidad esa fue la mejor imagen que guardo en mi cabeza de la fortaleza. Según me iba acercando el velo tenebroso que la envolvía se fue desvaneciendo para dar lugar a lo que parecía ser más un parque temático.

Tiendas, restaurantes, atracciones, turistas, ruidosas excursiones de niños... Eso es lo que realmente encontrareis si vais al horripilante castillo de Drácula. Tan grande es el mito generado tras la novela, películas, videojuegos y demás que se ha convertido en el mayor atractivo turístico de Transylvania.

 El interior es bastante soso, tan solo hay unos pocos muebles que han sido re-colocados recientemente tras batallas judiciales entre el dueño del castillo y el gobierno.

 Lo cierto es que Vlad el empalador pudo haber estado en el castillo un breve periodo de tiempo como prisionero, pero ni siquiera se sabe con certeza. La única razón por la que Bram Stoker eligió este castillo como residencia para su vampiro fue por estar aislado en una zona boscosa donde todavía hoy habitan lobos y osos y donde las leyendas y supersticiones se han mantenido durante siglos entre la población rural.


 En las tiendas de alrededor se puede encontrar de todo y los precios no están mal. Tras la visita al castillo me dejé llevar por el consumismo y adquirí unos cuantos souvenirs.