Hace unos pocos años cuando caía la noche, los osos dejaban los bosques que rodean Brasov para adentrarse en la ciudad en busca de los suculentos restos de comida que la ciudad generaba. Los habitantes, lejos de estar preocupados, veían con simpatía a sus magníficos visitantes e incluso se convirtieron en un foco de atracción turística. Desgraciadamente en el 2008, un borracho que había bebido lo suficiente como para sentirse más fuerte que un oso, desafió a uno de éstos a un combate y obviamente perdió la vida. Desde entonces las autoridades locales están haciendo todo lo posible por trasladar los osos a bosques más alejados de la ciudad.
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