Llegué a Bucarest la misma tarde que visité Sinaia y aproveché el poco rato de luz que quedaba para tomar estas fotos. Mi plan era levantarme al día siguiente temprano para ver la ciudad más en profundidad y luego dirigirme al aeropuerto. No me podía imaginar en aquel momento que me iba a acostar más o menos a la misma hora que me pensaba levantar.
Tras dejar todas mis cosas en el albergue salí a tomar una cerveza y observar el panorama nocturno de la ciudad. A lo pocos minutos un grupo de rumanos me invitó a sentarme con ellos y empezaron a pedir metros de cerveza. Sí, metros. Un metro de cerveza consiste en una tabla de aproximadamente esa medida con 6 pintas de cerveza sobre ella.
Pasé la noche entera de fiesta como si fueran mis amigos de toda la vida y terminé volviendo al albergue a las 7 de la mañana habiendo perdido las llaves y con una trompa considerable así que pasé la mañana durmiendo en vez de hacer turismo por la ciudad, pero no es algo de lo que me arrepienta ya que lo mejor de Bucarest es la vida nocturna y fue simplemente genial experimentarla con tan buena gente.
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