Simplemente el ascenso de 20 minutos que lleva al castillo a través del bosque ya merece la pena. Pura belleza de los Cárpatos.
Al salir del bosque y divisar el castillo tuve la impresión de estar en un cuento de hadas. En serio, toparse con este impresionante palacio en medio de las montañas te hace recordar las historias de príncipes y princesas al más puro estilo Disney.
El castillo fue construido a finales del siglo XIX para servir como residencia de verano al rey Carol I. El monarca decoró todo su exterior de estatuas, fuentes y jardines transformándolo en un lugar de ensueño.
El interior del palacio es aún más espectacular. Tiene 160 habitáculos decorados con todo tipo de lujos. Las fotos no le hacen justicia ya que mi cámara no se comporta demasiado bien en interiores pero os podéis hacer una idea de la pomposidad de cada una de las salas.
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