domingo, 21 de junio de 2015

Chiang Mai

 Tras dejar atrás Camboya, nos adentramos una vez más en Tailandia, está vez visitando la ciudad más importante del norte y también aparentemente la mejor de todo el país para celebrar el Songkrang: Chiang Mai.
Durante los tres días que aquí estuvimos está fue la única foto que pude sacar dentro de la ciudad ya que el Songkran que es el año nuevo Tailandes no nos dio ni un momento de respiro: nada más salir del hostel estábamos expuestos a la guerra de agua que tiene lugar en la ciudad durante tres días y tuve que dejar la cámara dentro de la habitación en todo momento para no estropearla. El Songkran es algo increíble, todo el mundo participa incluso si están trabajando. Lo mismo entras a comprar algo a una tienda que el mismo dependiente te tira un caldero de agua por encima.

Este es solo uno de los vídeos que podéis encontrar sobre el Songkran.

A treinta y pico grados uno recibe el agua con alegría pero de vez en cuando alguno añade hielos a su cubo de agua y no hay manera de saberlo hasta que ya estas cubierto por ese agua helada. El único refugio lo ofrecían los templos donde la gente aprovechaba para comer algo y secarse unos minutos antes de volver a la batalla.

 Chiang Mai es bastante más pequeña y apacible que Bangkok y destaca por ser punto de partida de diversas excursiones a pueblos y montañas de alrededor. Hay unas 200 agencias de turismo ofreciendo diversas experiencias a los viajeros a precios bastante moderados. Nosotros decidimos hacer el descenso de un río en balsas de Bambú, visitar una de las tribus de las montañas e ir a visitar a una familia de elefantes.


 La visita a la tribu fue un poco decepcionante. Tan solo nos encontramos con un par de indígenas que estaban ahí para vender sus telas a los turistas que subían a la montaña. Al menos pudimos ver las casas donde vivían y el guía nos contó algo de su historia. La mayoría de las tribus del norte de Tailandía son de origen birmano y viven allí desde que Birmania ocupaba esa parte del país siglos atrás. Otros más recientes pertenecen a minorías étnicas también procedentes de Birmania pero llegaron a las montañas del norte de Tailandia en condición de refugiados.


 El techo de las casas está hecho de hojas y las tienen que cambiar cada pocos meses.

 La hora del baño.


 Típico paisaje agrícola.

 Este pobre monito encadenado en cuanto el guía se acerco le sacó un cigarro del bolsillo.

 Una de las mejores experiencias de todo el viaje fue el dar de comer y bañar a los elefantes. Son animales increíbles y bastante sociables, siempre que les des comida antes. Este pequeño compartía mi gusto por los plátanos.

 Ania y el bebe elefante.

 En este pequeño santuario es donde los elefantes y sus cuidadores viven juntos.

 Montando en Mr. Ek.

Songkran!

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