A nosotros desde luego nos gusto mucho más los alrededores de la ciudad, en especial el mercado nocturno donde no se ve ningún turista y la gente te mira con un signo de interrogación pintado en la cara como si hubieras entrado en un mundo al que no perteneces pero en el que eres bienvenido, como pudimos comprobar más tarde.
Después de un paseo por entre los exóticos puestos donde se vendían desde sandalias a bichos para comer, el hambre nos empujo a una especie de terraza donde había bastantes personas sentadas en corros en torno a un fogón donde cocinaban a la parrilla diferentes tipos de pescados y carnes. En cuanto nos sentamos una pareja que estaba comiendo junto a nosotros se apresuro a explicarnos como iba el rollo y acabamos charlando sobre las innumerables diferencias entre Camboya e Inglaterra.
De todos los templo que hay el más importante y el que aparece enmarcado en postales e imanes es Angkor Wat, el monumento religioso más grande del mundo. Si alguna vez venís a verlo os recomiendo madrugar porque si no habrá una marea de turistas que os impedirá disfrutarlo como se merece que es lo que nos pasó a nosotros que acabamos apreciando mejor otros templos del valle mas pequeños pero menos concurridos.
No comentaré la historia del lugar más que fue la capital del Imperio Jemer durante el siglo XII y XIII y que dicho imperio se paso cuatro pueblos honrando a Buda y prueba de ello que no hay nada igual en toda Asia.
Los monos que viven en la zona de los templos son super graciosos pero cuidado porque intentan robar la comida a la gente que pasa junto a ellos. Nosotros como no teníamos nada nos quedamos un rato con ellos a ver como robaban la merienda a los demás.
Recorrer la distancia que hay entre los templos a pie es una locura así que alquilamos unas bicis para ganar tiempo y libertad de movimiento eso sí, había que tener precaución por los elefantes ;).
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