Sigue las flechas amarillas y no te perderás (casi nunca).
De aquí a Santiago solo 100 Km, animó!
Ania disfrutando de un merecido descanso.
Peregrinas.
Barnabás, el bailarín hungaro que nos encontramos en este albergue nos dio una clase de estiramientos y nos abasteció de medicinas contra los dolores musculares. Viajaba con una mochila pequeña que hacía las veces de botiquín ya que dentro solo tenía pastillas, pomadas, sobres, agujas, gasas y vendas. A pesar de todo, el hombre se lesionó la rodilla y tras andar un par de días con nosotros tuvo que quedarse atrás para reponerse.
Muere infiel.
El bailarín en su salsa y Kasia bailando con el cura también.
Ania jugando a las cartas en uno de los albergues. Durante estos ratos aprendí un par de juegos polacos para cartas la mar de divertidos.
Finalmente! el monte del destino!! digo del gozo...
La comida que nos metimos en Santiago no me dio tiempo ni a fotografiarla pues estábamos hambrientos.
La catedral en obras.
Botafumeiro.
La credencial de peregrino sellada.
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