viernes, 29 de enero de 2016

Un bar en Belgrado

 Solo pasamos un día en Belgrado pero me encantó. Al situarse en la confluencia del Sava y el Danubio, ha sido siempre la frontera entre los Balcanes y centro Europa. Un lugar que ha sido disputado por pueblos, imperios, civilizaciones, naciones, religiones e ideologías. Una ciudad que ha sido destruida hasta sus cimientos varias veces pero que siempre se ha vuelto a levantar. No hace falta viajar muy  lejos en el tiempo; la última vez que fue bombardeada fue en el año 1999 cuando la OTAN destruyo toda su infraestructura militar y civil dejando cerca de 100.000 muertos.
Después de tantas guerras, los edificios históricos en Belgrado no abundan pero el visitante no se sentirá decepcionado por ello ya que la verdadera riqueza de esta ciudad yace en su cultura y su gente. Los serbios son muy amistosos y les gusta ayudar a los viajeros. Sienten un gran interés por saber de donde vienes y se muestran muy dispuestos a ayudar con cualquier cosa para que te lleves contigo una buena impresión de su país.
Antes de terminar debo definir la cocina Serbia como brutal; ingentes cantidades por poco dinero. Si te gustan las hamburguesas, no te vayas sin probar "la hamburguesa serbia" o te arrepentirás.


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